jueves, 20 de abril de 2017

HIPÓLITO MORENO MORALES
Lerdo, Durango.  84 años

La mirada de Hipólito es de lo más dulce, te invita a hablar con él.   Cuando le pregunte si alguna vez había cruzado el río me dijo: “Yo cruce una vez al otro lado por el río Bravo, vivía a orillas del río y luego me fui a McAllen, pero no me gusto, lo mismo te pagan allá un peso que aquí un peso.  Yo preferí regresarme, me quede a vivir en Reynosa, ya no tengo nada que hacer en Durango, yo estoy sólo, no tengo familia”.  Para él su familia son los migrantes deportados o los migrantes de Sudamérica o los que no tienen hogar ni a donde ir y que llegan a este refugio de almas solitarias en busca de una palabra amable, un plato de comida y un lugar donde dormir.

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